Hace cosa de 10 años, decidí hacer un viaje. No tenía
pensado ningún lugar en especial, sólo quería desaparecer del mapa por una temporada.
Desconectar del estrés de la cuidad, la bulla de la gente, los pitidos de los
coches, en realidad, quería huir de la cuidad, perderme en una casita de un
bosque, encontrarme a mí misma.
Esa misma tarde, en
mi casa, navegando por internet. Ojeaba con aburrimiento algunos destinos, unos más exóticos que
otros, más o menos abarrotados, pero ninguno
me convencía del todo. Lo que yo buscaba no estaba en ninguna web de
viajes, en ninguna revista de buzón… En
realidad, no sabía dónde buscar y qué buscar.
Mientras
estaba navegando por la red tranquilamente, una sensación de ser vigilada se
apoderó de mí. Miré hacia atrás, nada; hacia los lados, tampoco. Así que volví
a mi tarea. Aun seguí con la misma sensación, sentía el peso de una mirada
sobre mí, era raro. Me levanté a por un vaso de agua en la cocina y cuando
volví, una chica bajita, delgada, de
pelo largo rosa acompañado de un lazo en el lado izquierdo de la
cabeza, un vestido negro un poco gothic, los ojos rojos y una sonrisa cual gatito estaba sentada en mi silla
delante de mi ordenador. Su cara era pequeña y ovalada y nariz también.
No dejaba de mirarme con curiosidad, como si la intrusa fuera yo.
La idea es buena. Pule la redacción , sobran enumeraciones, algunas son repetitivas, no aportan nada y cargan el texto.
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